SILOGISMOS
Un
silogismo es un argumento deductivo en el que se infiere una conclusión a
partir de dos premisas. El silogismo deductivo en el que se infiere una
conclusión a partir de dos premisas. El silogismo contiene exactamente tres
términos, cada uno de los cuales solo aparece en dos de las proposiciones que
lo constituyen. Se dice que un silogismo está en forma estándar cuando sus
premisas y conclusión están arregladas en cierto orden específico.
PRINCIPIOS Y REGLAS DEL
SILOGISMO
Si
acentuamos la mirada descubrimos que el silogismo se basa en los principios de
conveniencia y discrepancia. Si ilustramos el principio de conveniencia en el
ejemplo:
Los mexicanos son
latinoamericanos;
es así que los nayaritas son mexicanos;
luego los nayaritas son
latinoamericanos",
vemos
que allí se quiere decir que: dado que todos los mexicanos tienen la propiedad
de ser latinoamericanos y dado que todos los nayaritas tienen la propiedad de
ser mexicanos, puede concluirse que todos los nayaritass tienen la propiedad de
ser latinoamericanos.
El
principio de conveniencia se enuncia
indicando que: "Dos cosas que convienen en algo (propiedad común) con una
tercera, convienen entre sí en ese algo". Y este principio tiene vigencia
en la construcción de los silogismos que concluyen afirmativamente.
El
principio de discrepancia rige en
los silogismos que concluyen
negativamente, así:
Ningún mexicano es europeo;
es así que los nayaritas son
mexicanos;
luego ningún nayarita es
europeo;
pues,
dado que ningún mexicano tiene la propiedad de ser europeo, y dado que todos
los nayaritas tienen la propiedad de ser mexicano, se concluye que los
nayaritas no tienen la propiedad de ser europeos. De ahí que el principio de
discrepancia se enuncie así: "Si tenemos dos cosas de las cuales una
conviene en algo con una tercera, entonces
no convienen ente sí".
Para
saber si un silogismo es formalmente correcto, los lógicos clásicos
establecieron ocho reglas, de las
cuales cuatro pertenecen a los términos
y cuatro a las proposiciones:
1ra. Un silogismo ha de tener tres y sólo tres términos: mayor,
menor y medio. Lo fundamental de esta regla y a la cual pueden reducirse, en alguna
forma, todas las demás, es que, esencialmente, el silogismo consiste en
comparar dos cosas con una tercera. Para que el silogismo sea vicioso, basta
que uno de ellos se tome en diverso sentido en las diferentes proposiciones, no
se necesita que haya expresamente más de tres términos; en tal caso, aunque el
nombre sea el mismo, la significación no lo es. Así,
un soldado es
valiente
un cobarde es
soldado,
luego un
cobarde es valiente.
El
término medio, soldado, es uno en cuanto a la palabra, pero no en su
significación; porque en la mayor se trata de un soldado del de la menor. A
esta regla, bien entendida y explicada, se pueden reducir todas las otras.
Son
frecuentes los silogismos que faltan a esta regla, debido a que uno de los
términos tiene una doble suposición o sentido. Así, en el siguiente:
Todos los zorros roban
gallinas
es así que Napoleón era un zorro;
luego Napoleón robaba
gallinas.
Por
lo visto, el término zorro tiene doble sentido, pues, se refiere a un animal y
a una persona astuta.
2da. El término medio debe ser tomado universalmente, al menos en una de
las premisas; es decir, que el término medio se debe tomar distributivamente en
alguna de las premisas, cuando no sea singular. Falta contra esta regla el
siguiente silogismo:
Algunas aimaras
son modelos
es así que algunas
aimaras son monjas;
luego algunas
monjas son modelos.
En
el precedente silogismo, el término medio es "aimaras" y su extensión
en ambas premisas es particular; porque es sujeto de proposiciones
particulares. La razón de la regla se debe a que, al no tomarse el término
medio universalmente en alguna de las dos premisas, puede darse el caso que
"monjas" y "modelos", es decir, los términos extremos, se
refieran a distintas partes del conjunto de las "aimaras". Si el
término medio no se toma distributivamente en alguna de las premisas, sino en
particular, podrá referirse a diferentes sujetos en las diversas premisas. Pero
si el término medio es singular, el silogismo será concluyente.
Cesar fue asesinado por Bruto,
El vencedor de Frasalia fue Cesar,
luego el vencedor de Frasalia fue
asesinado por Bruto.
3ra. El término medio no puede figurar en la conclusión. El medio sirve
para comparar los extremos; y en la conclusión solo se debe hallar el
resultado, esto es, la relación de los extremos entre sí. Ella se sustenta en
que el término medio cumple su función en las premisas; pues lo que interesa en
la conclusión es saber si los extremos convienen o no convienen entre sí. Falta
contra esta regla:
Una vaca es
madre
es así que
una vaca es tuya;
luego una
vaca es madre tuya
pues,
el término medio es "vaca" y aparece en la conclusión.
4ta. Los términos extremos no pueden tener mayor
extensión en la conclusión que la que tienen en las premisas; porque con la
mayor extensión se cambian los términos. Pues un término particular en las
premisas, no puede tener en la conclusión una extensión universal. Ver el
ejemplo:
Todos los cuzqueños son
peruanos
es así que ningún juliaqueño
es cuzqueño;
luego ningún juliaqueño es
peruano.
En
el precedente silogismo son términos extremos "peruanos" y
"juliaqueño". Y si en la premisa mayor se quiere decir que los
cuzqueños son parte de los peruanos, es evidente que el término
"peruanos" es tomada particularmente. Por tanto, en la conclusión se quiere decir que no hay siquiera un
juliaqueño en el conjunto de los peruanos; consecuentemente, se toma este
término universalmente, evidenciándose que el silogismo peca contra la cuarta
regla.
Antes
de pasar al examinar las reglas que afecta a las proposiciones, debemos anotar
que la extensión afecta tanto a las proposiciones como a los términos; pues el
término-sujeto tiene la misma extensión que tenga la proposición y se evidencia
por los cuantificadores todos, algunos. Además, la extensión del
término-predicado depende de la calidad de las proposiciones; pues, si una
proposición es afirmativa (no interesa que sea particular o universal) el
predicado de la misma tendrá extensión particular; por el contrario, si la
proposición es negativa (no importa su cantidad) el predicado se tomará
universalmente.
5ta. Si las dos premisas de un silogismo son afirmativas, la conclusión
no puede ser negativa. Ello se desprende del principio de conveniencia.
Pues, de que dos términos se identifiquen con un tercero, no se sigue que sean
distintos. Por eso, incurre en falta contra esta regla el siguiente silogismo:
Todo delito merece
castigo
es así que todo
secuestro es delito;
luego ningún secuestro
merece castigo.
Los
escolásticos la enunciaban con este hexámetro: Ambae affirmantes nequeunt
generare negantem (siendo ambas afirmativas no pueden generar una negativa).
Así que tachamos, por ejemplo, IAO.
6ta. De dos premisas negativas no se puede sacar
ninguna conclusión. En primer lugar: de dos negativas no se puede inferir
una afirmativa. Dos términos pueden no identificarse con un tercero, y sin
embargo no ser idénticos entre sí. Luego, de dos proposiciones negativas, no se
infiere una afirmativa:
Cesar no es Pompeo;
Cicerón no es
Pompeo;
pero
de esto no se infiere que
Cesar sea
Cicerón.
El
no identificarse dos términos con un tercero, no prueba que no se identifiquen
entre sí; y así de dos negativas, tampoco se infiere una negativa:
Alejandro no es
César;
el vencedor de
Darío no es Cesar;
mas de esto no se sigue que
Alejandro no sea
el vencedor de Darío.
Igualmente:
Homero
no es Virgilio;
el autor
de la Ilíada no es Virgilio;
mas
de esto no se sigue que
Homero
no sea el autor de la Ilíada.
La
razón es que en este caso no habría "discrepancia-en", sino
"discrepancia-de". Por lo que el siguiente silogismo es incorrecto:
Ningún buey es volador
es así que ningún volador es
cuadrúpedo;
luego ningún buey es cuadrúpedo.
Los
escolásticos la expresaban con el hexámetro: Utraque si praemisa neget, nil
inde sequetur (si una y otra premisa niega, de allí nada se sigue). Hay que
tachar, pues, todas las combinaciones que empiezan con EE, EO, OE y OO.
7ma. De dos premisas particulares no se puede sacar ninguna conclusión.
Ello significa que si ambas premisas son particulares, el término medio no
podría ser universal bajo ninguna hipótesis. Si las dos son afirmativas, todos
los términos se toman en particular; y por consiguiente el término medio no es
ni universal, ni singular. Si una es negativa, la conclusión deberá ser
negativa. El siguiente ejemplo ilustra
la regla:
Algunas serranas son modelos
es así que algunas serranas
son monjas;
luego algunas monjas son
modelos.
Los
escolásticos utilizaban el hexámetro: Nil sequitur geminis ex particularibus
umquam (jamás se sigue algo de dos particulares). Tachamos por ejemplo IOO.
8va. La conclusión sigue a la premisa de peor condición; es decir, que la
conclusión debe seguir la parte más débil. Debemos recordar que se considera
mas débil la negativa con respecto a la afirmativa y la particular con respecto
a la universal. Pues, siendo una premisa particular, la conclusión debe serlo
también. Consecuentemente, si una de las premisas es negativa, la conclusión
debe ser negativa, en virtud del principio de "discrepancia-en". De
la misma manera, si una de las premisas es particular, la conclusión, como es
natural, no podrá ser de mejor condición, o sea universal. Así:
Todos los ciervos tienen
cuernos
es así que algunos
rumiantes son ciervos;
luego todos los rumiantes
tienen cuernos.
En
el caso referido, la conclusión correcta debe ser "algunos". Los
escolásticos la enunciaban con el hexámetro: Peiorem sequitur semper conclusio
partem (la conclusión siempre sigue la peor parte). Por tanto, tendríamos que
borrar las agrupaciones IAA, e IEI.
Nos
quedarían las combinaciones siguientes: AAA, AAI, AEE, AEO, AII, AOO, EAE, EAO,
EIO, IAI, IEO, OAO. Sólo con éstas son posibles unos silogismos válidos.
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